En primer
lugar, la experiencia de ir al dentista no ha de ser traumática ni para los
padres ni para las madres, pues los niños lo notan y empatizan con sus
progenitores. Por lo tanto si se sufre al ir al dentista hay que cambiar de
profesional, la oferta es muy amplia.
En segundo
lugar se ha de transmitir a los niños la idea de que el dentista es un amigo al
cual hay que visitar un par de veces al año para no perder el contacto. Que el
niño sepa el nombre de su dentista y que en casa de hable de él como un amigo
más también hará de la experiencia de ir al dentista un trámite divertido. El
dentista además de ser un buen amigo es un especialista en dientes, por lo que
aprovecharemos la visita para que vea si tenemos algún problema. Tenga lo que
tenga que hacer, siempre lo hará con cuidado, pues es nuestro amigo.
Por último debemos
establecer una rutina diaria de cepillado de los dientes para evitar
“decepcionar” a nuestro amigo dentista. Esto se puede hacer convirtiendo el
cepillado de dientes en una actividad familiar o planteando al niño algún reto,
como superar día a día la cantidad de espuma que produce al lavarse los dientes
o evaluando su aliento tras el cepillado.
Estos
simples trucos harán de la visita al dentista una actividad divertida para el
niño.
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